Hace mucho tiempo leí unos documentos sobre la medicina tradicional india o Ayurveda y decían que cuanto más conozca el ser humano a la naturaleza más puede conocerse a sí mismo. Esto lo he tenido en cuenta desde entonces y voy intentando observar la naturaleza para conocer más lo que somos.
Un día estudiando el proceso de reproducción de la planta de la calabaza vi una similitud muy bella entre la forma de reproducirse de la planta y la forma de reproducirse del ser humano. En particular encontré una similitud entre el útero y la tierra.
La calabaza es una planta que tiene flores femeninas y masculinas. Dentro de la flor femenina se encuentran unos óvulos que pueden ser fecundados por el polen de la flor masculina. Si son fecundados empieza el proceso de creación de unas semillas y un fruto, una calabaza. Esta calabaza recubrirá y protegerá a decenas de semillas fecundadas.
Esta semilla ya fecundada podrá ser sembrada en la tierra para volver a crear otra planta.
Mientras reflexionaba sobre esto pensé que había algo parecido con el óvulo de la mamífera humana dentro de sus genitales internos. En nuestro caso cuando el óvulo está fecundado por un espermatozoide será “sembrado” o implantado en el útero para volver a crear otro ser humano.
Imaginé entonces que el óvulo fecundado de la mujer es como una semilla, que uno se “siembra” en el útero y la otra lo hace en algún lugar de la tierra.
Imaginé que el útero es como la tierra, en el primero se crean los seres humanos mientras que la segunda es el lugar donde florecen las plantas y crecen los árboles. Cuando hice esta relación sentí una alegría, una emoción . Como si una comprensión se diera en mi…qué buen consejo me dio la Ayurveda, ¡qué razón tenía! Cuanto más observo la naturaleza más conozco lo que soy.